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Con arma de escribano escribo sobre las tierras que jalonan las Castillas con montañas y secanos

miércoles, 25 de julio de 2007

Historia de Castilla la Nueva

Uno de los objetivos principales que se platearon al inicio de la Comunidad del Castillo fue la campaña por la recuperación de la memoria histórica de Castilla la Nueva.
Allá por el mes de junio del 2006 se realizó un primer post donde se describían las regiones que componían dicho territorio, y ahora un año después complementamos la información dando un paseo por la historia de dicha región desde tiempos prerromanos hasta nuestros días.

Mapa de Castilla la Nueva (2ª mitad del s-XVIII)

-Edad Antigua-

En los tiempos prerromanos, el territorio que abarca Castilla la Nueva estaba ocupado por los pueblos; carpetano, entre el sistema Central la cabecera del Tajo y los Montes de Toledo. Y un poco más al sur entre el Guadiana y Sierra Morena, los oretanos. Los vastos territorios de la región facilitaban el pastoreo en ésta, dando por ello un signo peculiar a su riqueza, ya que el pastor era por su forma peculiar de vida volcada en el campo e intemperie, un gran rastreador y guerrero nato.

Vaso campaniforme procedente de Cienpozuelos. Museo Arqueológico de Madrid.

Con la llegada de las guerras púnicas comienzan a tenerse las primeras referencias escritas sobre las hazañas de los oretanos, tenemos a Orisson; que afines del siglo III derrotó a los cartagineses de Amílcar Barca lanzando carros con teas ardiendo.
Por otra parte los carpetanos lucharon contra su hijo, Aníbal, siendo derrotados tras una dura resistencia en las inmediaciones del Tajo.
Bajo dominio romano el territorio de Castilla la Nueva presentó una rápida romanización, aunque su papel fue escaso. Sin embargo si algo podía ya apreciarse por aquél entonces era el papel estratégico que la región jugaría a lo largo de su historia. Dos grandes calzadas se cruzaban en su centro, la que iba de Mérida a Zaragoza pasando por Toletum, y la que unía el territorio castellano, enlazando Septimanca con Libisosa.
Esta cruz de grandes rutas que coincidían supuestamente en algún lugar de la actual Titulcia, no se daba en el resto del territorio peninsular de época romana, y habría además que destacar que Titulcia, (antes Bayona del Tajuña) estaba sobre el río Tajuña, no muy lejos de lo que más tarde sería Madrid.

-Etapa visigoda-

Con la llegada de los visigodos la península pasó a convertirse en un reino y tras su derrota con los francos y perdida de la narbonense en 507, Toledo se convirtió en la nueva capital sustituyendo a la perdida de Tolosa.

Corona de Recesvinto (Tesoro de Guarrazar). Museo Arqueológico de Madrid.

Toledo será por tanto cabeza política y religiosa, ya que su sede se convertirá en la metropolitana. Cuando Recaredo más tarde se convierta al catolicismo en el tercer Concilio toledano en el 587, la monarquía visigoda ganará fuerza fraguando además la unidad entre la capa dominadora visigoda y el sustrato hispano-romano. Y todo este proceso dominador será llevado a cabo desde Castilla la Nueva, más concretamente en Toledo. Un Toledo que nos trae el recuerdo de aquellos tiempos, además de sus concilios, de su último rey Roderico, y la leyenda del conde Don Julián, la Cava, cuyos baños en un recodo del Tajo aún sigue señalándose.

-La llegada del Islam-

Con la llegada de las tropas bereberes la zona que comprende actualmente a Castilla la Nueva perdió importancia, unas veces tierra de nadie y otras zona fronteriza, se sucede así pues un largo periodo de casi medio milenio desde el siglo VIII hasta fines del siglo XI, en el que la región está bajo el influjo musulmán.

Dentro del territorio hay que destacar que tanto Madrid como Toledo y Guadalajara fueron conquistadas por los castellanos mucho antes que Cuenca o Albacete.

ermita mezquita del Cristo de la Luz (Toledo)

Durante la dominación musulmana fueron constantes las tensiones en Toledo, con un fuerte núcleo mozárabe, destaca el episodio perpetrado por el gobernador Amrús en lo que se conocería como "jornada del foso" a comienzos del siglo IX, donde cientos de toledanos perdieron la vida. Ya a fines del siglo IX cabe gozar Toledo de una reconocida autonomía, Abderramán III debió llevar a cabo una cruenta campaña por el territorio para someter finalmente a la ciudad 930/932. En aquella ocasión los toledanos pidieron a ayuda al rey leonés Ramiro II, pero ésta fracasó.

En este estado convulso Córdoba se decide a situar a espaldas de Toledo un lugar fuerte que sirviera de escala en la ruta a Zaragoza y a su vez vigilara a los inquietos toledanos; esto parece ser la causa de los modestos orígenes de Madrid, que por aquél entonces nadie podía augurar que acabaría desbancando a Toledo en su papel de principal centro de la meseta inferior.
Eso explica también que cuando se hunda el califato cordobés y sobrevenga el período de los reinos taifas, veamos asentarse uno de ellos en Toledo, aunque habrá otros como en Cuenca. Será Toledo la pieza clave de la línea del Tajo, por ello Alfonso VI conquistara la ciudad en 1085, después de que Alvar Fañez se había apoderado de Guadalajara en 1081 y el propio monarca de Madrid en 1083. Y no cabe duda que la llegada de los almorávides fue lo que retraso la conquista cristiana de todo el territorio neocastellano, habría que esperar hasta después de las Navas de Tolosa cuando la comarca manchega fuera dominada completamente como Albacete (Al-Basit) que será tomada en 1241 y entregada como aldea al poderoso concejo de Alarcón (Cuenca).

-La frontera castellana-

Algo sustancial surge con el avance de la reconquista. En el siglo XI, Castilla la Nueva es campo de incursiones tanto cristianas como musulmanas; si Alfonso VI tomó Toledo en 1085, a poco su hijo Sancho murió en los llanos de Uclés, luchando contra los almorávides. Aún a fines del XII los almohades seguirán perturbando la paz de las poblaciones neocastellanas y no será hasta la victoria de las Navas de Tolosa que el peligro desaparezca al fin.

Fortaleza de Calatrava la Vieja

Con Fernando III "el Santo", unificador de Castilla y de León, la frontera pasara a los reinos de la Andalucía (Córdoba, Jaén y Sevilla) Castilla la Nueva cuyos campos de Montiel y Calatrava se habían llenado de castillos y de casas fuertes deja de ser frontera y pasando a convertirse en el centro de la corona de Castilla. El río Tajo será la gran artería del sur castellano al igual que el río Duero lo será en el norte. Toledo donde está la silla primada se convertirá en una de las principales ciudades. Sus campos soleados y tranquilos, sus inmensas planicies llamaban al sembrador, al segador y al pastor. Numerosos serán los pasos de cañadas buscando los pastos tanto en la serranía de Cuenca en meses del estío como de las faldas de Sierra Morena en fechas invernales, no es casual que un pastor fuera quién descubriera a Fernando III el lugar propicio donde batalla librar. Castilla la Nueva dará trigo y vino, por tanto será despensa y bodega, convirtiéndose por ende en un motor económico de la Castilla bajomedieval.

Castilla la Nueva conseguirá ocho representantes en las cortes castellanas, logrando hacer oír su voz tanto la villa de Madrid como las ciudades de Toledo, Cuenca y Guadalajara. Ocho procuradores suponían los mismo con los que contaba el Reino de León con León Toro, Zamora y Salamanca y cerca de los 10 de Castilla la Vieja

Ahora comienza a perfilarse la personalidad de Castilla la Nueva, pues es en esas Cortes de Castilla, donde cada ciudad o villa tiene dos votos, sin reconocer preeminencia una sobre otra, sin embargo hay dos especiales que se consideran con derechos emanados de su propia historia cuando llegaba la hora de contestar al discurso de la Corona. Llegado el momento solemne de la apertura de las cortes, los procuradores convocados oían de sus labios o de un representante un discurso justificativo de la convocatoria y tras esto en Burgos recaía la precedencia en el lugar y en el uso de la palabra, su motivo, que era Caput Castellae, pero andado el tiempo habrá quién se le oponga, la ciudad en cuestión sera Toledo, para ésta Burgos no era más que un pequeño lugar cuando ella era la cabeza del Reino. Toledo desde Castilla la Nueva, podía recordar que había sido la cabeza del Reino Visigodo antes de convertirse en la capital de un reino taifa. De esta manera se encendía una constante rivalidad en las cortes cada vez que eran convocadas. El primer registro de enfrentamiento se encuentra datado en 1348 en las Cortes de Alcalá de Henares. La discordia en presencia de Alfonso XI se resolvió en aquella ocasión con una ingeniosa fórmula real, que no debió satisfacer enteramente a los procuradores toledanos, pero que se hizo clásica en ocasiones similares: "Los de Toledo farán lo que yo les mandare, e así lo digo por ellos, e por ende fable Burgos". Con esto el rey daba la palabra a Burgos y sería la Corona quién hablaría primero por Toledo.

Al comienzo de la Baja Edad Media, alejadas las fronteras hacia la zona penibética y la Andalucía oriental, Castilla la Nueva pierde el aire de milicia que anteriormente había actuado como vanguardia y vigía del reino Castellano. A pesar de esto a Toledo llegó un gran esplendor cultural cuando el monarca castellano Alfonso X conocido por "el rey sabio" protegió La escuela de Traductores fundada a comienzos del siglo XII por el arzobispo don Raimundo, jugando un papel destacado en el esplendor cultural del reino castellano. Sabios de oriente, judíos, y eruditos de centroeuropa, acudían a dicha escuela. Haya donde miraras, los mayores próceres culturales se daban cita en la vieja capital visigoda para traducir y difundir los conocimientos de los viejos filósofos clásicos o de los musulmanes: Aristóteles, Ptolomeo, Euclides, Avicena, Averroes, cuyos conocimientos se habían perdido en la noche de los tiempos de la cristiandad o en caso musulmán nunca llegaron a traducirse, fueron dados a conocer para mayor gloria de Castilla.

Andando el tiempo y entrando en el siglo XIV, otro hecho fundamental se decidirá en tierras de Castilla la Nueva, la guerra civil castellana entre Pedro I heredero legítimo del trono castellano y Enrique II fundador de la dinastía bastarda de los Trastámaras. Montiel será testigo de la última batalla personal entre ambos pretendientes. El triunfo de Enrique II dará comienzo a una nueva dinastía, la cuál, tendrá su máximo representante en Isabel I de Castilla.

Castilla la Nueva dará en este periodo a otro gran hombre que jugara un importante papel en la historia de Castilla, el cardenal Cisneros. Éste bajo el patrocinio de Isabel de Castilla realizó una intensa reforma religiosa en su diócesis así como creó también la Universidad de Alcalá de Henares. Cisneros dirigió a Castilla hacia la modernidad en cierta manera y es en ésta época cuando nos encontramos con uno de los episodios más gloriosos y a la vez más trágicos que azotó a la tierra de Castilla, la Guerra de las Comunidades de Castilla, donde Toledo jugará un papel fundamental al ser la primera en sublevarse contra el monarca flamenco, Carlos de Gante, y a su vez la última en rendirse. La guerra en Castilla la Nueva tubo dos protagonistas, primero a María Pacheco conocida como "La Leona de Castilla", que era mujer a su vez de un hidalgo natural de Castilla la Nueva, Juan de Padilla, que morirá ejecutado con dos compañeros más tras ser sorprendidos por las tropas imperiales mientras dirigían sus tropas por los caminos en la llamada batalla de Villalar.

Capitanes comuneros en Villalar

Toledo en definitiva liderará un movimiento liberatorio de un poder urbano que pudiera hacer frente a la Corona. Su derrota provocará el doblegamiento de las Cortes. La primera revolución moderna dejaría paso a una monarquía autoritaria volcada enteramente a una política expansionista e imperialista, que olvidaría para siempre los intereses nacionales de Castilla en favor de los intereses imperiales.

-La etapa Moderna-

Para el siglo XVI Castilla la Nueva ofrece buenos testimonios, gracias a los censos de Carlos de Gante y a las famosas Relaciones topográficas, recogidas por orden de Felipe II y de las que únicamente poseemos las que atañen a la meseta inferior. Castilla la Nueva contaba entonces con las provincias de Guadalajara, Madrid, Toledo, Cuenca, Huete, la Mancha, Mesa Arzobispal de Toledo y la llamada Castilla de la Orden de Santiago. Por tanto la distribución de las provincias era muy distinto al actual. La importancia de Cuenca como antigua cabeza del Reino de Cuenca, estribaba sobre todo en el importante territorio que controlaba directamente, con una población que doblaba a la de Guadalajara. Era lo que los documentos llamaban "la tierra de Cuenca" con 8388 vecinos solo superada por la ciudad de Toledo con 12.966y por la de Huete con 11.828. La provincia de La Mesa Arzobispal que poseía ricas rentas, contaba con un total de 34453 vecinos y con lugares de la importancia de Talavera, Alcalá de Henares, Illescas, Brihuega o Torrelaguna. La provincia de Castilla de la Orden de Santiago se extendía por el corazón de la Mancha, con Ocaña, famosa por la obra de Lope de Vega, y el rosario de villas cervantinas que nos tren a la memoria las andanzas del caballero castellano don Quijote: Quintanar de la Orden, El Toboso, Campo de Criptana...La provincia de la Mancha estaba a su vez integrada por tres partidos, donde se mezclaban las tierras de realengo con las de señorío y las de órdenes militares: campos de Montiel y Calatrava y el partido de Alcaraz; a lo cual se unía como entidad independiente, Ciudad Real, que con las aldeas de su jurisdicción apenas pasaba de 2.000 vecinos. (unos 10.000 habitantes aplicando el coeficiente 5.) En esta provincia las tierras de la Orden de Calatrava era el núcleo fundamental, villas como Almagro, Manzanares,Valdepeñas y Daimiel destacaban por aquel entonces, totalizando un conjunto de 19.000 vecinos sobre un total de 35.000 en toda la provincia.

Plaza típica castellana (Tembleque)

En relación a su estructura social, hay una diferencia con los numerosos hidalgos que vivían en los campos de la Vieja Castilla. En el medio rural de Castilla la Nueva la presencia de hidalgos era escasa, para un total de casi 124.000 vecinos, Noël Salomon pudo anotar sólo 25.338 familias hidalgas, lo que supone alrededor del 2%. Los hidalgos de Castilla la Nueva eran casos aislados como bien puede verse en la novela del Quijote, agrupándose estos en las villas y ciudades importantes; descontando Toledo, cuya exención frente al fisco enmascara su realidad social, y Madrid por ser asiento de la corte, eran sitios como Guadalajara, Cuenca, Ocaña y Talavera donde la proporción de hidalgos era superior al 10%. Probablemente los motivos de esta distribución bien entrados en el siglo XVI sería por un lado la búsqueda de mayores comodidades y por otro la mayor facilidad para esconder sus miserias en poblaciones grandes.

También fueron tierras de abundante población morisca. De los 54.531 vecinos moriscos señalados por los obispos de la Corona de Castilla a Felipe II, entre 1581 y 1589, 18.500 correspondían a Castilla la Nueva, con un porcentaje del 33% solo superado por los reinos andaluces. En cambio esos mismos documentos apenas mencionan la existencia de esclavos, aunque al menos en Madrid menudeaban los de carácter doméstico.

Con la llegada del siglo XVII, todos los lugares de la región sufrieron las consecuencias de la depresión económica, social y política del siglo XVII.
Los lugares grandes y pequeños fueron azotados por el hambre, la peste y una presión fiscal cada vez mayor debido a un Estado cada vez más agobiado por los conflictos exteriores.

La emigración a las indias era un goteo constante de humildes gentes que acosadas por las miserias decidían marchar a buscarse el pan en el Nuevo Mundo, sumado esto a la expulsión de los moriscos; tenemos un panorama demográfico poco favorecedor en el territorio castellanonuevo a comienzos del siglo XVII. Habrá que esperar a la Paz de los Pirineos en 1659 para que la balanza negativa aunque no remita comience a frenar sus índices negativos. A finales del siglo XVII nos encontramos por ejemplo con una recuperación demográfica que en líneas generales pone a Castilla la Nueva en los niveles de comienzos del siglo XVI, es decir se había perdido doscientos años de crecimiento demográfico.

-Madrid aparece como capital-

Un acontecimiento que bien merece la pena destacar en este periodo es el del surgimiento de Madrid como capital estable de la monarquía. En 1561 Felipe II ordenó trasladar a su corte de Toledo a Madrid. Por aquel entonces Madrid contaba con unos 15.000 habitantes mas o menos, rápidamente la villa sufrió obras para poder ubicar a todo el entramado administrativo de la monarquía, su alcázar fue de los primeros en ampliarse para albergar adecuadamente al joven rey.

La elección de Castilla la Nueva para albergar la capital es en todos los sentidos acertada, ya que se encontraba en un punto intermedio entre la Meseta Superior y Andalucía. Madrid además tenía al norte las proximidades del sistema central y era un lugar rico en caza mayor y menor, agua fresca y densos arbolados, y al sur extensas llanuras de trigo y maíz.

Si Sevilla y Toledo fueron desechadas como capital, atendía sin duda a diversas razones. En el caso de Sevilla, no era por aquellas fechas un lugar demasiado seguro, y lo sería menos un tiempo después con la guerra de las Alpujarras. En 1581, se descubrió un plan de los moriscos para asaltar Sevilla, y al poco el sultán de Marruecos Al-Mansour, trazó planes de asaltar Andalucía en connivencia con los ingleses. Toledo por otro lado debido a su situación geográfica, encima de un peñasco, era un lugar poco adecuado para los grandes desfiles protocolarios que por aquel entonces solían sucederse.

Palacio de San Lorenzo del Escorial (sede de los Austrias)


Madrid por tanto aunaba a las condiciones de seguridad(a modo de torre del homenaje del gran castillo que era Castilla), las de su privilegiado emplazamiento que le permitía recibir la más amplia información de cualquiera de las partes del reino, y por último estaban los alrededores con buenos espacios para dedicarse al ocio.

-El siglo de las luces (XVIII)-


Todavía con los Austrias, cabía hablar de las Españas, recordando que sus reyes lo eran por separado, de Castilla y de Aragón, de Navarra y de Granada. Pero tras la instauración de la nueva dinastía, los Borbones, y con el derecho consumado que otorgaba la conquista, Felipe V monarca francés impone la más cerrada unidad política. Las leyes castellanas serán impuestas en el resto de territorios, salvo en Navarra, unas leyes castellanas, eso sí, totalmente subyugadas a la voluntad del monarca desde el fracaso de la Guerra de las Comunidades. El Estado se enriquece y amplia sus funciones. Madrid se convertirá en el centro de todas las reformas, donde se fraguara una política que intentará crear la nueva España.

Carlos III será el gran monarca reformista, y con él, Madrid comenzará a transformarse en una ciudad moderna. Las calles comenzarán a limpiarse, sus paseos se llenarán de jardines y fastuosas fuentes, se embellece el Prado, y sobre todo, la imponente masa pétrea del Palacio Real, sustituyendo al viejo alcázar de los Austrias.

Madrid entra en un ritmo de trabajo incesante, dando la pauta al país entero. Ya no será el refugio de cortesanos e intrigantes, de vagabundos y maleantes, sino, por el contrario, de activos comerciantes y de estudiosos de las nuevas ciencias. La Compañia de los Cinco Gremios, con sede en la capital castellana, se convierte en una de las más poderosas de España. Surgirá también el Banco de San Carlos, predecesor del banco nacional, y Madrid será una vez más la sede. Tenemos también las nuevas instituciones culturales y científicas, que tratan de impulsar la cultura nacional, por encima de las decaídas Universidades. En 1714 se funda la Real Academia de la Lengua, que jugará un papel decisivo en la historia de la lengua castellana. Por aquellos tiempos aparece también la Biblioteca Nacional. Y el mismo siglo ve la implantación del Observatorio Astronómico y el más notable Jardín Botánico de toda Europa, donde se podían admirar especies del mundo entero. La lista de las Reales Academias se incrementa con la Medicina (1731) y la de Bellas Artes (1752).

Biblioteca de la Real Academia de la Lengua

Pero no todo era felicidad ni triunfos en la Castilla del siglo XVIII. Era difícil combatir contra la Mesta y contra sus ancestrales privilegios señoriales. La cuestión de los gremios se alza como un interrogante al que no se sabe bien responder. La reforma de la enseñanza dura lo que todo el siglo, los latifundios continúan existiendo, y los intentos de reforma agraria serán una y otra vez echados para atrás.

De vez en cuando, varias cosechas deficitarias provocan el hambre, el pueblo se agita, descontento. Y el de Madrid es el primero en dar la pauta. Así brota el famoso motín de Esquilache, aparentemente contra las reformas en trajes y costumbres que
intentaba imponer el impopular ministro napolitano de Carlos III, pero en el fondo suscitado por una crisis de subsistencias. El motín madrileño de Esquilache, tuvo un amplio eco en toda la geografía estatal, en las Provincias Vascas y Aragón se produjeron también revueltas, en suma Madrid comenzó a ser un referente para otros territorios de la península, castellanos o no.

-La etapa Contemporánea (XIX y XX)-

El siglo XIX comienza para Castilla la Nueva con uno de los hechos más populares en la historia reciente de España, el levantamiento del Dos de Mayo de 1808. En este fatídico suceso los castellanos de la capital se enfrentaron casi inermes con el bien pertrechado ejercito de Napoleón. Fue por tanto el pueblo de Castilla la Nueva el que percibió el estado en que había quedado el poder monárquico, y bien por puro instinto de conservación, o por orgullo de su pasado, acabo levantándose.

Pasado ya el estruendo de la guerra, si algo caracteriza al siglo XIX, es el parlamentarismo. Sin embargo el retraso general del Estado Español es evidente, mientras otros estados europeos avanzaban con paso firme por la senda de la revolución industrial, nuestra atención se centraba en el hacer y deshacer de las Constituciones. Es la época del parlamentarismo, de los partidos políticos y de todo ello, porque es algo que se maneja en la corte, y la corte esta en Madrid.

Esta época también cambia a Castilla la Nueva, Madrid crece rápidamente como lugar donde se asienta la corte, así como las nuevas instituciones parlamentarias del estado. Pero algo cambia también en el resto de provincias, ya que en la primera mitad del siglo XIX se procede a la reorganización de los términos y nombres de las provincias españolas, protagonizado por Javier de Burgos. Desaparecen provincias tan significativas del Antiguo Régimen como la Mesa Arzobispal de Toledo y la Provincia de Castilla de la Orden militar de Santiago. La pequeña Huete, es absorbida por su vecina más cercana, que es Cuenca.
La multiforme provincia de la Mancha, se constituye en una nueva provincia: Ciudad Real, mientras que las comarcas de la Roda y la Manchuela (de la provincia de Cuenca) y el Campo de Montiel y la Sierra de Alcaraz (de la entonces provincia de La Mancha) pasarán a la recién creada provincia de Albacete, incluida esta en el reino de Murcia. De esta forma, la provincia de Albacete quedó configurada con tierras castellanas y murcianas indistintamente. Persisten, con ciertas modificaciones, las provincias de Madrid, Cuenca, Toledo y Guadalajara, que junto con Ciudad Real, formarán el último territorio con una cierta entidad que compondrá a Castilla la nueva. La intención de la administración decimonónica, con mayor o menor acierto, era dar una configuración territorial más regular; así, parte de la Mesa Arzobispal de Toledo, con Talavera y Puente del Arzobispo, irá a integrarse a la provincia toledana, mientras que la zona norte, con Alcalá de Henares y su tierra, se integrará en la de Madrid. Será esta última la que más beneficiada salga en la nueva reordenación, porque recibe, a parte de la citada Alcalá, una amplia apoyatura sobre la Sierra, desde Guadarrama a Navacerrada, antes perteneciente a Guadalajara; mientras que Segovia habrá de renunciar definitivamente, y en su favor, al territorio de Chinchón.

Mapa de las regiones tras la reforma de Javier de Burgos

Todas estas reformas externas afectaron a los pueblos en cuanto se verán anudados por los lazos oficiales a las nuevas cabeceras respectivas. Pero de todas estas reformas, algo se perdió tontamente: la vieja provincia de la Mancha, que quedó desfigurada durante más de un siglo tras dar su capital a Ciudad Real. Como recuerdo de la reforma provincial tendríamos la toponimia de algunos pueblos, como en Quintanar de la Orden (que había pertenecido a Castilla de la Orden de Santiago), Puente de Arzobispo (que había pertenecido a la vieja Mesa Arzobispal) o Villalba del Rey (que había pertenecido a la pequeña provincia de Huete y había sido población de realengo).

El transcurrir del siglo de XIX a pesar de todas sus vicisitudes (Isabel II, Guerras Carlistas, I República, desastre del 98) va consolidando poco a poco el desarrollo de una pequeña burguesía, tanto en el aspecto económico como cultural. Aparecen librepensadores de la talla de Menéndez Pelayo o Giner de los Ríos, y Madrid es cada vez más una capital multicultural, con gentes provenientes de todo el ámbito estatal.

Entrados en el siglo XX, y con motivo de la celebración del III centenario del Quijote, un levantino y un vasco, darán renombre internacional a la región de Castilla la Nueva. Estos serán Azorín y Unamuno que escribirán respectivamente Vida de Don Quijote y Sancho, y La ruta de Don Quijote, en la que desde el principio Unamuno declarara su admiración por los pueblos; entendiendo por pueblos "las ciudades y pequeñas villas de la Mancha y de las estepas castellanas que yo amo"

Avanzados los años y con el inicio de la nefasta Guerra Civil, Castilla la Nueva será escenario de grandes acontecimientos bélicos: el asedio del Alcázar de Toledo y el asedio de Madrid con las batallas de Guadalajara y Brunete. Acabada la guerra y en pleno franquismo, Madrid será la capital desde donde se tomen las decisiones políticas del estado mientras que Toledo se mantiene de algún modo como capital religiosa. A nivel económico es Madrid una vez más la ciudad del territorio castellano, que mayor impulso capitalista ofrece. Será Madrid por la fuerza de su propio desarrollo una singular potencia económica y precisamente este fuerte desarrollo diferenciador con respecto a su región natural será la razón que, ya muerto el dictador y con la formación de las autonomías del nuevo estado democrático, acabe configurando a la provincia de Madrid como Comunidad Autónoma fuera de Castilla la Nueva.

-Castilla la Nueva relegada del nuevo modelo autonómico-

Tras la muerte del dictador gallego Francisco Franco en 1975 y la llegada de la monarquía democrática, se optó por dotar al Estado Español de unos entes administrativos a mitad de camino entre las provincias y los poderes centrales. El objetivo era la transformación del Estado centralizado franquista en uno más plural y tendente a la descentralización, y para ello se basaron en el reconocimiento de cada pueblo al autogobierno. Para llevar a buen puerto esta idea se opto por la creación de las comunidades autónomas.

Para Castilla la Nueva, la creación de las entidades autonómicas supuso su fin como región histórica. Si atendemos al modelo de Castilla la Nueva creado en 1833, dos fueron los cambios circunstanciales, la exclusión de Madrid y la integración de la región manchega de Albacete.

-Madrid; fue la gran ausente en la nueva puesta en marcha de la autonomía, en un primer momento se planteó la posibilidad de que la provincia formara parte de la comunidad de Castilla-La Mancha, si bien con un estatuto especial. Las razones principales para deshechar a la provincia madrileña fueron sustancialmente económicas y demográficas, se afirmaba que Madrid polarizaría los recursos del resto de las provincias neocastellanas debido a su carácter fuertemente urbano e industrial. Intensos debates se sucedieron por la inclusión o no de Madrid.

El decreto-ley organizando el régimen preautonómico de Castilla-la Mancha de 1978, incluía una disposición adicional sobre la posible incorporación de Madrid en la nueva Comunidad. Fueron dos las opciones para incluir a Madrid;

Primera; conceder un Estatuto especial para Madrid, Área-Metropolitana, incluyendo el resto de la provincia en las Comunidades Autónomas limítrofes. Con ello se pretendía emular lo sucedido con las ciudades de Méjico o de Washington que eran distritos federales con un régimen distinto al del resto de ciudades estatales. La Villa de Madrid por tanto obtendría un régimen particular, derivado del hecho de ser la capital del Estado.

Segunda; incluir la provincia de Madrid en alguna de las comunidades castellanas que estaban formándose, teniendo preferencia Castilla-la Mancha como heredera de Castilla la Nueva. Esta opción fue bien recibida en un principio por la mayor parte de los representantes parlamentarios de Madrid. De hecho el Real Decreto-ley 32/1978 de 31 de octubre, por el que se disponía la constitución del régimen preautonómico para la región castellano-manchega, estableció en el apartado 1 de su Disposición Adicional que, "La provincia de Madrid, previo acuerdo de la mayoría de sus parlamentarios con la Junta de Comunidades, podrá ulteriormente incorporarse a la región castellano-manchega en condiciones de absoluta igualdad con las demás provincias". Políticos como Ramón Tamames que definió a Madrid como el corralón manchego, defendieron que Madrid siguiera incluida en la región y otros como Fernández Galiano, presidente preautonómico de Castilla-la Mancha, defendieron la exclusión de la provincia castellana.

Finalmente se resolvió la disputa y en el año 1981 decidieron la desvinculación de Madrid de Castilla-la Mancha. Madrid por tanto emprendió en solitario su particular proceso autonómico que culmino en febrero de 1983.

-Albacete; La inclusión de Albacete respondió a un fuerte sentimiento manchegista de la provincia, que a su vez fue correspondido por las otras provincias manchegas. Ésta contaba con un mayor componente castellano ya que dos tercios de sus municipios se encuadraban en el ámbito geográfico y cultural de La Mancha. La denominada Mancha de Montearagón o Mancha de Aragón, ya mencionada en la inmortal obra cervantina, era el topónimo por el que se conocía a dicha región.
Desde el principio los parlamentarios manchegos optaron por la entrada de la provincia en la nueva comunidad. La proporción era de 59 municipios tradicionalmente castellanos frente a los 28 que siempre habían pertenecido al Reino de Murcia.

-Castilla-la Mancha y Madrid-

En la actualidad Castilla la Nueva ha dejado de existir como región, pero son las CC.AA de Castilla-la Mancha y Madrid sus herederas directas y las que preservan en cierta medida la esencia dual que caracterizaba al territorio sur castellano.

Castilla-la Mancha; recoge el testigo de la Castilla más rural, volcada hacia el mundo del campo, con gentes aglutinadas en pequeños espacios poblacionales, más prestos a vivir del secano, la ganadería o pequeña industria en términos generales. En sus diversos caminos eran muchos los pequeños pueblos que jalonaban la ruta que indicaba la dirección a seguir hasta la capital del reino. Y es precisamente esa capital el otro elemento que caracterizó a Castilla la Nueva.

Escudo de la Comunidad Autónoma de Castilla-la Mancha

Madrid; una pequeña villa a comienzos del XVI, llegó a convertirse en una de las ciudades más importantes del mundo. Desde esta capital diversos monarcas dirigieron los designios de distintas naciones durante varios siglos. Por ser sede de la corte Madrid quedó marcada por un carácter pronunciadamente cosmopolita, característica la cual hoy sigue estando profusamente presente al ser la capital estatal.

Escudo de la Comunidad Autónoma de Madrid

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bibliografía;
Tierras de España, Castilla la Nueva, edit Noguer.
Teoría de Castilla la Nueva, Criado de Val Criado, Manuel, edit Gredos
La Aventura de la Historia, suplemento Así se hizo España, Castilla-la Mancha.

Estatutos de autonomía;
Estatuto de autonomía de Castilla-la Mancha
Estatuto de autonomía de Madrid

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6 Comments:

Blogger Pedro Ojeda Escudero said...

Qué entrada tan bien trabajada. Recomendable, muy recomendable. Enhorabuena.

12:15 a. m.  
Blogger Rui said...

Toma ya, increible el artículo que has escrito. Esto merece un lugar especial. ¿conoces Castillapedia? ¿Porqué no metes el artículo?

Enhorabuena

5:57 p. m.  
Blogger Alatriste said...

Gracias a los dos por vuestras palabras.
En otro orden de cosas ya me comentaron en cierta ocasión lo de Castillapedia pero estaba todavía en formación, cuando tenga algo de tiempo le echaré un ojo a ver si se puede colgar.

5:07 p. m.  
Blogger SKULDMX. said...

Hola Alatriste.. veo k sigues eskribiendo en tu blogger.. Es muy interesante eso de la historia de Castilla.. (mm.. es lo tuyo).. y para un provecho personal, kisiera k me orientaras sobre un asunto del mismo.. donde podría konseguir un documento en folio de la historia de tu país, k tenga dos testigos más? (véase dos correcciones del mismo texto. Es para mi trabajo final de filología románika. Ojalá puedas ayudarme.. y ya no desparezkas de mi blogger chiko!. Saludos!.

1:15 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

ola es muuuuuyyyy interesante sta histori y m viene genial prk stoy cn la historia...
gatita_mimosina@yahoo.es
agregadme
bss wuapos ciao

9:51 p. m.  
Blogger Alatriste said...

Bienvenida "gatita" te agregare a la lista de la Comunidad.

Saludos.

10:33 p. m.  

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