La batalla de Uclés: antecedentes y consecuencias

Se trata, esta batalla, de uno de los episodios de armas más desastrosos en la historia de la conquista castellana. Tras Uclés no sólo se perdieron importantes tierras y se puso freno al impulso de las huestes cristianas en la meseta, sino que, para la historia de España en general, la perdida del heredero varón de Alfonso VI supuso el inicio de un periodo especialmente convulso donde diferentes élites de poder se disputaron la hegemonía peninsular.

-Antecedentes-

Los antecedentes que culminaron en la batalla de Uclés habría que remitirlos al momento en que un pujante Alfonso VI acosaba y exigía parias a las diversas taifas de al-Ándalus. El momento álgido de sus acciones llegaría con la toma de Toledo en 1085. Esta importante conquista de gran trascendencia estratégica y propagandística obligó, a los incapaces andalusíes, a buscar ayuda entre sus hermanos de fe en el Magreb.

Estatua de Alfonso VI en Toledo

Y es que por aquellos años hacia tiempo que una nueva corriente religiosa, muy estricta y severa en cuanto a la aplicación del islam, se había extendido por el norte de África; eran los llamados al-murabitum o almorávides (hombres del Ribat).

Los gobernantes de Granada y de Sevilla decidieron llamar a Yususf ibn Tashfin emir de los almorávides en aquellos momentos. Éste, cruzó el estrecho y con la ayuda de los andalusíes de Granada, Sevilla y Badajoz consiguió infligir una severa derrota a las tropas castellano-leonesas de Alfonso VI en Zalaca -también llamada Sagrajas- 1086.

Imperio Almorávide.

Sin embargo y para fortuna de los cristianos, una rebelión en el Magreb obligó a Yusuf marchar de nuevo a África, permitiendo con ello que los castellanos y leoneses se recompusieran de la derrota sufrida.

En 1090 Yusuf volvió a la Península, esta vez con la decidida intención de someter a todas las taifas y conquistar después, las tierras de los reinos cristianos. Hacia 1094 todas las taifas, salvo Valencia y Zaragoza, estaban bajo dominio de Yusuf. Además la fortaleza cristiana de Aledo -importante avanzada cristiana que permitía realizar correrías por al-Ándalus- había caído en 1092.

Y a pesar de este sombrío horizonte que amenazaba a los reyes cristianos, quedaba sitio para importantes hazañas como la del famoso Cid que tomó Valencia en 1094.

En estas fechas, sin embargo, Yusuf ya tenía muy claro su próximo objetivo; Toledo. Para conseguirlo diseñó una doble ofensiva por dos flancos: la primera por el centro iría dirigida a la fortaleza de Consuegra; la segunda por el oriente se dirigiría a Cuenca, donde recientemente se había instalado un destacamento cristiano. Los combates en ambos lugares hacia 1097 acabaron con doble derrota para los castellano-leoneses. Destacar como hecho singular que en el asedio que acometieron los almorávides a la fortaleza de Consuegra, Diego Rodriguez - hijo del Cid- resultaría herido de muerte.

Las tropas almorávides seguirían hostigando la línea del Tajo y a su vez lanzarían una campaña por el Levante donde el mismo Cid, al igual que su hijo, encontraría la muerte en 1099. Lento pero constante se sucedía el repliegue castellano-leonés. Sin embargo Yusuf no conseguía su más preciado trofeo: Toledo, que con sus fuertes defensas, resistía los diferentes asedios a los que los sarracenos la sometían.

Almorávide.

Dentro de las operaciones de conquista y retirada, Almazan fue tomada por Alfonso en 1098, por otro lado, Valencia fue abandonada en 1102 por los cristianos ante la imposibilidad de poder atender eficazmente una línea defensiva que se extendía desde el Tajo hasta el Levante. La viuda del Cid -Doña Jimena- marchó de la ciudad con los restos de su esposo rumbo al monasterio de San Pedro de Cardeña en Castilla. La caída de Valencia supuso el control del Levante para los almorávides, y con ello, no tardarían en derrotar también -en la batalla de Mollerrusa 1102- al conde catalán Armengol V de Urgel.

Tras un nuevo contraataque cristiano, Alvar Fañez -sobrino del Cid- consiguió ganar temporalmente la población de Medinaceli en 1104. Ahora las piezas del tablero peninsular estaban colocadas de tal manera que la siguiente jugada llevaría al cruento suceso de la batalla de Uclés.

-La batalla de Uclés-

Muerto ya el emir Yususf, su hijo y sucesor, el emir Ali ben Yusuf buscaba una contundente victoria y para ello se propone una ofensiva por el flanco oriental castellano, muy debilitado tras la caída de Valencia. Alí designa a un hermano Tamín como comandante supremo en la nueva campaña. Parte desde Granada rumbo a tierras conquenses y poco a poco se le van uniendo milicias de las ciudades de Córdoba, Murcia y Valencia, en total unos 7000 hombres aproximadamente.

Por el camino las tropas sarracenas van asolando los campos cristianos y en esto llegaron a Uclés el 27 de mayo de 1108. Sus habitantes que poco pudieron hacer para repelerlos, lograron sin embargo, refugiarse en la alcazaba de la ciudad. Los atacantes saquearon Uclés pero su fortaleza consiguió resistir para su sorpresa.

Alfonso VI enterado de la noticia mando desde Toledo un ejercito de aproximadamente 4000 efectivos a cuyo mando estaban Alvar Fáñez y García Ordóñez. También se encontraba entre éstos el infante Sancho, que apenas contaba con once años de edad, y era el único heredero varón del monarca Alfonso VI. Sin embargo los almorávides enterados por sus espías de la llegada de los cristianos, buscaron prestos un lugar propicio para la batalla librar. Conocedores del número del contingente cristiano y por tanto de su superioridad numérica; será campo abierto el terreno designado para el hecho de armas.

La batalla se libró el 29 de mayo; el ejercito castellano-leonés, basado en caballería pesada, cargó contra el centro del ejercito almorávide -defendido por cordobeses- con la intención de dividirlo en dos. Pero tras la arremetida, los cordobeses logran replegarse y buscar apoyo en las tropas granadinas y almorávides que estaban a retaguardia. A partir de aquí la superior táctica almorávide se puso en acción. La caballería ligera de los musulmanes colocada en los flancos rebaso a los cristianos y atacó a los peones de la retaguardia; los cordobeses rehechos y reforzados contraatacaron; y la caballería sarracena, tras poner en fuga a la infantería, volvió sobre sus pasos para atacar a la caballería pesada. En poco tiempo los caballeros cristianos se vieron rodeados y luchando por sus vidas a la desesperada.

Caballería ligera musulmana

Tan sólo Alvar Fañez logró huir con algunos caballeros hacia Toledo, el infante y varios condes encontraron la muerte tras refugiarse en el cercano castillo de Belinchón donde su población, mayoritariamente musulmana, los traicionó al saber de su derrota.

Las pérdidas cristianas ascendieron a 3000 hombres, lo que supone tres cuartas partes del ejercito cristiano. Por otro lado la muerte del único heredero varón colocó a la corona castellano-leonesa en una difícil situación política y militar.


- Las consecuencias-

Tras la batalla; Tamín marchó a Granada dejando a los valencianos y murcianos el encargo de tomar definitivamente la fortaleza de Uclés. Después de la conquista definitiva, otras plazas como: Huete, Ocaña y Cuenca fueron cayendo bajo los almorávides y con ello la línea defensiva de Toledo se vio más debilitada. Peor suerte correría otro reino independiente y hermano de fe de los almorávides: la taifa independiente de Zaragoza, que a pesar de haberse mantenerse fuera del influjo almorávide todos esos años, sería conquistada finalmente en 1110.

Conquista Almorávide hacia 1110

A largo plazo; la muerte del joven heredero en la batalla supuso que apenas unos meses después, muerto el adoleciente Alfonso VI, sucediera en el trono su hija Urraca de Castilla, la cual, a pesar de contar con un hijo varón- fruto de una anterior relación con Raimundo de Borgoña - tuvo que aceptar un matrimonio político con el monarca aragonés Alfonso I, bajo acuerdo de que si tenían heredero común gobernaría éste sus respectivos reinos. Al no producirse la ansiada descendencia y tras un tormentoso matrimonio para Urraca; los episodios de violencia y luchas civiles se sucedieron en los reinos cristianos durante varios años.

En este año de 2008 se cumplen 900 años de tan importante batalla, y por esa razón ha sido grata tarea realizar la siguiente entrada. La intención, que se buscaba con esto, era recordar y conmemorar uno de los episodios de armas más importantes de la Castilla medieval, y cuya trascendencia posterior ha sido en ocasiones subestimada.

"Aprovechó para poner sitio a Uclés. Pero el rey Alfonso, como estaba impedido por la edad y el estado que he dicho, envió el conde García con su propio hijo Sancho, que todavía era un niño, y con ellos nobles y caballeros de su reino; cuando ya estaban cerca de Uclés, les planta batalla a los que llegaban un gran contingente sarraceno, que ya se estaba imponiendo sobre los asediados, y una vez dispuestos ambos ejércitos en formación de combate, comenzó la batalla, y fue voluntad del Señor que un flanco de los cristianos comenzara a ceder ante el empuje de los árabes, haciéndose especialmente delicada la situación en la posición que ocupaba el infante y el conde; y como un enemigo hiriese gravemente el caballo que montaba el infante Sancho, dijo éste al Conde: 'Ayo, ayo, el caballo que monto ha sido herido'. A lo que el conde respondió: 'Aguarda, que también a ti te herirán luego'. Y al punto cayó el caballo, y al caer con él el hijo del rey, descabalgó el conde y colocó entre su cuerpo y el escudo al infante, mientras la muerte se cebaba por todas partes. El conde, como era muy buen caballero, defendía al infante por una parte cubriéndolo con el escudo y por la otra con la espada, matando a cuantos moros podía; pero al fin le cortaron el pie y al no poder tenerse, se dejó caer sobre el niño porque muriese él antes que el niño." De rebus Hispaniae, Jimenez de Rada Arzobispo de Toledo (s-XIII)

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Información extraída de;

www.galeon.com
www.biografiasyvidas.com
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