La nueva Alcaná de Toledo y Cervantes
Un lugar mítico dentro de la historia toledana y relacionado directamente con la obra más insigne de Cervantes es: el desaparecido Alcaná.
Y es que en el capítulo IX de la primera parte del Quijote, el autor nos transporta a este viejo espacio de Toledo para encontrar solución al brusco corte sucedido en el capitulo anterior, y que iba a narrar el duro enfrentamiento que don Quijote mantenía con un escudero vizcaíno.
En este mismo capítulo un poco más adelante podíamos descubrir que el verdadero narrador de las aventuras de don Quijote no era sino un historiador arábigo: Cide Hamete Benengeli, de tal forma que Cervantes, convertido en cierta manera en un personaje activo de la obra, tan sólo reproducía lo encontrado en los cartapacios del Alcaná toledano gracias a un traductor morisco.
Por tanto este recurso literario de un segundo narrador sirve para dar mayor verosimilitud a su novela y será harto utilizado por el escritor.
Dicho lo cual, volvamos al principio de la entrada: "un lugar mítico dentro de la historia toledana"; y es que el fin de esta nueva entrada no es otro que el de mostrar a todos los lectores del Quijote parte del lugar que Cervantes eligió como escenario para su feliz hallazgo.
Situándonos primero, habría que decir que Alcaná es una palabra hebrea que significa feria o mercado, ya que en este lugar y en tiempos medievales se encontraba un ajetreado y abigarrado lugar de comercio con multitud de puestos, siendo conocido por aquel entonces como judería menor de Toledo.
Por tanto no resulta raro pensar que Cervantes, conocedor de este barrio -reducido sustancialmente hacia fines s-XVI- decidiera descubrir en unos papeles viejos que iban a ser vendidos a un sedero las aventuras de don Quijote; ya que en esta Alcaná estaba el mercado de sedas que coincidió entonces con su gran florecimiento en la Ciudad Imperial.
A continuación daremos a conocer mediante una serie de imágenes algunas de esas calles que en los albores del s-XVII inspiraron al Príncipe de los Ingenios para crear a su arábigo narrador
Calle de las cordonerías
Calle de la Sal
Travesía de la Sal
Calle de la Sinagoga (recordar que fue la judería menor)
Callejón del Fraile
Plaza de las cuatro calles
Placa recordatorio del Alcaná
Espero que con estas imágenes todos aquellos que recuerden el episodio hayan avivado la imaginación recreando a un Cervantes curioso, que buscaba y leía con ademán distraído cualquier papel escrito que pudiera satisfacer su natural inclinación.
Y es que en el capítulo IX de la primera parte del Quijote, el autor nos transporta a este viejo espacio de Toledo para encontrar solución al brusco corte sucedido en el capitulo anterior, y que iba a narrar el duro enfrentamiento que don Quijote mantenía con un escudero vizcaíno.
...estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado de esta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía; vile con caracteres que conocí ser arábigos, y puesto que, aunque los conocía, no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese; y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara.
En este mismo capítulo un poco más adelante podíamos descubrir que el verdadero narrador de las aventuras de don Quijote no era sino un historiador arábigo: Cide Hamete Benengeli, de tal forma que Cervantes, convertido en cierta manera en un personaje activo de la obra, tan sólo reproducía lo encontrado en los cartapacios del Alcaná toledano gracias a un traductor morisco.
Por tanto este recurso literario de un segundo narrador sirve para dar mayor verosimilitud a su novela y será harto utilizado por el escritor.
luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de Don Quijote. con esta imaginación le di priesa que leyese el principio; y haciéndolo así, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de Don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo.
Dicho lo cual, volvamos al principio de la entrada: "un lugar mítico dentro de la historia toledana"; y es que el fin de esta nueva entrada no es otro que el de mostrar a todos los lectores del Quijote parte del lugar que Cervantes eligió como escenario para su feliz hallazgo.
Situándonos primero, habría que decir que Alcaná es una palabra hebrea que significa feria o mercado, ya que en este lugar y en tiempos medievales se encontraba un ajetreado y abigarrado lugar de comercio con multitud de puestos, siendo conocido por aquel entonces como judería menor de Toledo.
Por tanto no resulta raro pensar que Cervantes, conocedor de este barrio -reducido sustancialmente hacia fines s-XVI- decidiera descubrir en unos papeles viejos que iban a ser vendidos a un sedero las aventuras de don Quijote; ya que en esta Alcaná estaba el mercado de sedas que coincidió entonces con su gran florecimiento en la Ciudad Imperial.
A continuación daremos a conocer mediante una serie de imágenes algunas de esas calles que en los albores del s-XVII inspiraron al Príncipe de los Ingenios para crear a su arábigo narrador
Calle de las cordonerías
Calle de la Sal
Travesía de la Sal
Calle de la Sinagoga (recordar que fue la judería menor)
Callejón del Fraile
Plaza de las cuatro calles
Placa recordatorio del Alcaná
Espero que con estas imágenes todos aquellos que recuerden el episodio hayan avivado la imaginación recreando a un Cervantes curioso, que buscaba y leía con ademán distraído cualquier papel escrito que pudiera satisfacer su natural inclinación.
Etiquetas: Mis quijotadas y demás, Patrimonio e Historia